viernes, 18 de mayo de 2012

Exposición itinerante

18 de mayo: como una llamada de atención en defensa de los pequeños oasis de cultura y autoconocimiento que representan, en 1977 la UNESCO determinó que en adelante este día en particular serviría para rendir homenaje a todos los centros encargados de preservar el arte, la historia y los vastos elementos que caracterizaron a las civilizaciones. Hablamos de museos.

Entrada al Museo del Louvre custodiada por su famosa pirámide


             Aún no ha llegado el día en el que la ironía quiera que se inaugure el primer museo de historia de los museos, aquella que comenzó en 1863 con la donación de una colección privada de curiosidades sobre historia natural a la Universidad de Oxford que acabó convirtiéndose en el Museo Ashmolean. Hasta que llegue ese día, tendremos que tomar conciencia de la enorme presencia que tienen estos catalizadores de la historia y la cultura en el esparcimiento de la semilla de la sabiduría. Los museos son, en algunos casos, los últimos reductos de civilizaciones extintas o la vanguardia del destino de la actual, el hogar de los seres vivos que antaño dominaban la tierra, la excusa perfecta para disfrutar de los espectaculares edificios que los albergan o una maraña de interminables y tediosos pasillos con paredes repletas de lienzos -los mejores representantes icónicos de la historia del ser humano-. Sea cual sea la percepción que tengamos de ellos, las extensas galerías del conocimiento alargan su brazo a modo de invitación a sumergirnos en cada una de las obras que impregnan sus imprescindibles colecciones.

             El paseo a través de los tres museos más prestigiosos y célebres del mundo no puede sino comenzar en el famoso Museo del Louvre, que da inicio al extenso eje completado por el jardín de las Tullerías, la plaza de la Concordia, los Campos Elíseos y el magnífico Arco del Triunfo parisinos. Sus 8'5 millones de visitantes anuales la convierten en la galería más vista del mundo y es claramente el museo más reconocible a simple vista gracias a la presencia imperial de la pirámide -diseñada por Ieoh Ming Pei en 1989- que da acceso al edificio. Nacido con la Revolución francesa, el Louvre -que toma su nombre del palacio que albergó a la familia real antes de su traslado a Versalles- es un lugar señalado para los turistas de la ciudad de la luz gracias a su colección de 445.000 elementos, algunos de ellos clave en la historia del arte. Entre sus vastos archivos se encuentran piezas pictóricas tan significativas como La Gioconda (Leonardo da Vinci, 1519), Carlos I de Inglaterra (Anthony Van Dyck) o La Libertad guiando al pueblo (Eugène Delacroix) así como obras escultóricas claves para el entendimiento de la cultura mesopotámica -Código Hammurabi (Anónimo)-, egipcia -El escriba sentado (Anónimo)- y griega -Venus de Milo (Anónimo) y Victoria Alada de Samotracia (Pithokritos de Rodas)-.

Código Hammurabi
Victoria Alada de Samotracia
   



















       
         El otro aporte europeo al mundo de los más grandes museos es el British Museum, de visita obligada para todos aquellos que pisen la primera gran urbe de la historia, Londres. Famoso principalmente por su colección de restos egipcios -la más importante del mundo después del Museo Egipcio de El Cairo-, el 'British' fue uno de los primeros en su clase de Europa -su fundación data del año 1753- y actualmente goza del prestigio y reconocimiento mundial traducido en unos 6 millones de visitantes anuales. Su extensísimo fondo de colección -con la increíble cifra de 8 millones de objetos- sería aún mayor si el Museo de Historia Natural y la Biblioteca Británica siguieran perteneciendo a la infraestructura del museo -se escindieron en 1973 y 1963 respectivamente-. A pesar de establecerse inicialmente en la mansión Montagu, desde 1857 se ubica en el edificio neoclásico diseñado específicamente para ello por Robert Smirke. Su sede ha sufrido algunos cambios desde entonces, destacando la ampliación -firmada por Norman Foster- que supuso la construcción del Gran Atrio de Isabel II y que engloba a la Sala de lectura -antes perteneciente a la Biblioteca Británica donde personajes ilustres como Marx, Gandhi o Lenin pudieron consultar sus volúmenes-.

Gran Atrio de Isabel II (Eric Pouhier)
           A diferencia de otros grandes museos universales del arte y la cultura, el 'British' es eminentemente un museo de antigüedades entre las que destacan la Piedra de Rosetta -pieza clave en la comprensión de los jeroglíficos egipcios-, los Mármoles de Elgin -esculturas y frisos procedentes del Partenón ateniense-, el Juego Real de Ur -posible precedente mesopotámico del actual backgammon-, la Copa Warren -vasija romana única por sus grabados homoeróticos-, las esculturas del Mausoleo del Halicarnaso -una de las Siete maravillas del Mundo Antiguo situada en la actual Turquía- y una de las copias romanas del Discóbolo de Mirón entre otras obras representativas de diferentes culturas históricas.  

Piedra de Rosetta (© Hans Hillewaert / CC-BY-SA-3.0)
            Nuestra tercera parada se traslada al otro lado del Atlántico e indudablemente se sitúa en una de las ciudades más prolíficas en lo que a museos se refiere. La 'Gran Manzana' alberga a instituciones tan importantes como el Guggenheim, el MoMA, el Whitney o el Museo de Historia Natural pero por encima de toda esta pléyade museística se erige la figura del Metropolitan Museum. Dominando el Upper East Side desde su posición privilegiada en Central Park, el 'Met' es la joya de corona de la 'Museum Mile' neoyorquina debido principalmente a la imponente presencia de su sede y a su espectacular colección. Sus más de 5 millones de visitantes anuales pueden disfrutar del impresionante edificio estilo Beaux-Arts que lo alberga y cuya superficie alcanzó los 190.000 m2 en 2010.

Fachada del Metropolitan Museum (Fcb981)
             Además de sus imprescindibles y colosales colecciones de antigüedades pertenecientes a culturas de todo el mundo -medievales europeas, egipcia, asiáticas, islámica, africanas, meso y sudamericanas-, su colección comprende casi todos los campos que puede abarcar un museo, con alas dedicadas a la pintura, la escultura, la fotografía, el dibujo, las armas, los instrumentos musicales, los vestidos y al arte moderno y contemporáneo. Entre su vasta colección destacan las pinturas Retrato de Juan Pareja (Diego Velázquez, 1650), Vista de Toledo (El Greco, 1597), La Adivina (George De La Tour, 1632), Crucifixión o Corpus Hypercubus (Salvador Dalí, 1954) y Campo de trigo con cipreses (Vincent Van Gogh, 1889); las esculturas monumentales de Lammasu procedentes del palacio del rey asirio Asurnarsirpal y el Templo de Dendur -templo nubio regalado al Met como agradecimiento del gobierno egipcio-.


Escultura de Monte Albán (México)
Crucifixión (Corpus Hypercubus) de Salvador Dalí (vía Scott Zagar)










    








        
         Aunque es difícil resumir la producción cultural y artística de nuestra historia, estos tres museos servirían perfectamente para ilustrar estos campos a cualquier ente ajeno a ella -a modo de los discos de oro que albergan las sondas Voyager-, ya que son verdaderos exponentes de la creación y las inquietudes de nuestra especie. Pero -siempre hay un pero-, el brillo con el que refulgen los grandes museos también genera una sombra, su lado oscuro. Contrapuestos al extenso número de piezas de sus colecciones se encuentran los habituales casos de oportunos y oportunistas expolios -como el recientemente perpetrado en la (pen)última guerra de Irak sobre el Museo de Bagdad-, generados principalmente por otro de los puntos negros asociados a los museos, la comercialización de la cultura. Ésta ha propiciado que se ciernan intereses solamente económicos sobre restos culturales que deberían de ser bienes de valor humano -no económico- incalculable. La museología acerca el arte a las grandes urbes a la vez que lo aleja de sus puntos de origen -dejando yermos aquellos lugares donde nació la cultura-, impidiendo en muchos casos la explotación de esos recursos culturales a muchos países en desarrollo. A pesar de todos estos claroscuros -y por ellos-, la UNESCO decidió que un día como hoy sería el Día Internacional de los Museos.    

Aparte de animaros a visitar estos grandes museos, aquí os dejamos algunas recomendaciones para hoy:
  • Un tema para escuchar hoy: Viscera eyes (LP Amputechture, The Mars Volta, 2006).
  • Unas películas para ver durante esta semana: ¡Qué bello es vivir! (Frank Capra, 1946).
  • Un título para tener en cuenta siempre: Drácula (Bram Stoker, 1897), publicado un día como hoy del año 1897 y Por qué no soy cristiano (Bertrand Russell, 1927), cuyo autor nació un 18 de mayo de hace 140 años.
  • Aquí os dejo algunas fotos tomadas en algunos de los museos que he tenido el placer de visitar y disfrutar:
Pirámides de cristal en la entrada del Museo del Louvre (París)

Reflejo de espejos en el Museo del Louvre


Dentro de la pirámide del Louvre



Escultura en el ala de arte asiático del Metropolitan Museum


Escultura romana en el Met


Interpretación de un lienzo blanco en el MoMA

"La historia del mundo es la suma de aquello que hubiera sido evitable", Bertrand Russell.

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